En un mundo cada vez más impactado por fenómenos climáticos extremos y cambios económicos, identificar y gestionar los riesgos físicos, naturales y de transición se ha vuelto una prioridad para empresas, gobiernos y comunidades.
Y no es para menos, evaluarlos de manera adecuada es clave para proteger activos, asegurar la continuidad de las operaciones y adaptarse a un entorno en constante evolución.
A continuación, veremos cómo reconocer, analizar y gestionar estos riesgos, qué estrategias de mitigación y adaptación se pueden emplear, y el papel fundamental de las aseguradoras en la transferencia del riesgo.
Cuáles son los principales riesgos físicos, naturales y de transición
Para comenzar, es importante tener claro qué es un riesgo físico, qué son los riesgos naturales y qué significado tienen los riesgos de transición.
Así, será más sencillo comprender su importancia y el impacto que tienen sobre el medio ambiente y las actividades industriales.
- Riesgos físicos. Los riesgos físicos son los que se originan por fenómenos naturales o cambios ambientales e influyen en las infraestructuras, recursos y operaciones de las empresas. Pueden ser agudos (de corta duración y con impacto inmediato como las inundaciones) o crónicos (graduales como el aumento del nivel del mar).
- Riesgos naturales. Para entender qué son los riesgos naturales hay que tener en cuenta que surgen de los fenómenos geológicos (terremotos o erupciones volcánicas), hidrometeorológicos (inundaciones o sequías) y biológicos (epidemias o plagas).
- Riesgos de transición. Por su parte, los riesgos de transición son los que se producen a raíz de los cambios provocados por los nuevos desafíos empresariales y gubernamentales. Destacan algunos como los cambios legislativos, los retos tecnológicos y la evolución mercantil.
Estrategias para el análisis y la gestión de riesgos físicos, naturales y de transición
Además de comprender qué son los riesgos físicos y de transición, así como los naturales, las empresas deben analizar y gestionar todo lo anterior. Esto les llevará a implementar medidas para reducir la exposición a eventos adversos y minimizar sus consecuencias.
De este modo, sostenibilidad y rentabilidad irían en la misma dirección. Y es que adoptar un enfoque proactivo en la gestión de riesgos no solo protege a la empresa de posibles pérdidas, sino que también abre nuevas oportunidades de crecimiento y diferenciación.
Análisis de riesgos
La recopilación de los datos, empleando fuentes fiables para, por ejemplo, detectar los riesgos físicos asociados al cambio climático, es crucial. Acto seguido, esta información se debe evaluar en base a los índices de vulnerabilidad.
La construcción de escenarios de riesgo con simulaciones veraces y la posterior priorización de los riesgos son las fases finales de esta primera etapa.
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Gestión de riesgos
Una vez analizados los riesgos, se deben poner en marcha las medidas de gestión a través de dos estrategias ligadas entre sí: las de mitigación y las de adaptación
- Estrategias de mitigación. Reducir las causas de los riesgos físicos, naturales y de transición es determinante en esta lucha. Para ello, medidas como el uso de energías renovables, la economía circular o la reducción de las emisiones de CO2 son tendencia.
- Estrategias de adaptación. Hay impactos inevitables y, lejos de conformarse con ellos, hay que tomar medidas de contingencia. La construcción de edificios resilientes, los protocolos de actuación o la diversificación de la cadena de suministro son acciones muy extendidas en dicha materia.
Las aseguradoras y su papel en la transferencia de riesgos
Visto lo anterior, es indiscutible que el sector asegurador juega un papel determinante en cómo se enfrentan los riesgos físicos, naturales y de transición. A fin de cuentas, son las responsables de su transferencia a través de instrumentos financieros como los seguros.
Así pues, estas compañías deben ofrecer pólizas a empresas y comunidades que sirvan para enfrentar los principales riesgos de nuestra época.
Las coberturas contra desastres naturales, las de interrupción del negocio y los reaseguros para eventos catastróficos ya son soluciones de eficiencia probada.
Estas pólizas son capaces de incentivar la estabilidad corporativa y financiera a partes iguales. Demostrando así que el sector asegurador es una pieza clave en las nuevas medidas de gestión de riesgos.
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Toda política de gestión de riesgos físicos, naturales y de transición se debe integrar con firmeza en los planes de sostenibilidad de la empresa. Una tarea para la cual se requiere la intervención de los mejores profesionales del sector.
Ante tal realidad, no es extraño que estemos ante una de las áreas con más empleabilidad en la actualidad. Una oportunidad para la que, con nuestro Máster en Sostenibilidad Corporativa 100% online, te puedes preparar de forma competitiva.
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