Los principales riesgos financieros (divididos en riesgos de mercado y riesgos de crédito) han de ser controlados y mitigados a través de herramientas eficientes. Los instrumentos de Gestión de Riesgos Financieros se ocupan de hacerlo.  El contrato a plazo y los contratos de futuros son uno de los instrumentos más usados, junto con las permutas financieras, a la hora aplicar la gestión de riesgos a las finanzas.

Contrato a plazo y contratos de futuros

Contrato a plazo (forward). Se trata de un contrato en el que dos partes acuerdan comprar o vender un activo a precio fijado y en una fecha futura determinada. El precio se fija hoy, y la entrega se efectuará en una fecha posterior.

Contrato de futuro. Es un contrato a plazo negociado en un mercado organizado, por el que las partes acuerdan la compraventa de una cantidad concreta de un valor (activo subyacente) en una fecha futura predeterminada, a un precio convenido de antemano.

La principal diferencia en un contrato a plazo (forward) y un contrato de futuro radica en que en el contrato forward los contratantes fijan las condiciones del acuerdo según sus necesidades. En cambio en el contrato de futuro las condiciones que lo rigen están estandarizadas.

Los mercados de futuro están muy desarrollados y se cotizan multitud de activos subyacentes, tanto mercaderías y materias primas, como financieros.

Permutas financieras o swaps

Una permuta financiera se trata de un contrato por el cual dos partes se compromenten a intercambiar unos flujos de dinero en fechas futuras, referenciados a una determinada variable.

Los swaps más simples y conocidos en los mercados financieros son los swaps se tipo de interés, denominado IRS (Interest Rate Swap).

El objetivo que se propone a la hora de contratar un swap suele ser:

• Cambiar la modalidad de tipo de interés de un préstamo de variable fijo
• Reducir el riesgo de fluctuación del tipo contratado

Información extraída del webinar impartido por Sergio Díaz Canosa para EALDE Business School.