El apetito al riesgo, la tolerancia y los límites conforman el primer paso para trabajar en la gestión de riesgos. Todo comienza por conocer los objetivos estratégicos de la empresa. Los objetivos de la empresa, sus políticas y sus procedimientos están planteados por la alta dirección. Estos planteamientos quedan recogidos en los manuales elaborados y van a condicionar el apetito al riesgo de la organización.
Los objetivos de las empresas han de contemplar elementos como rentabilidad, resultados, ratios comparativos, análisis de la competencia o situaciones normativas. Se trata de la primera base sobre la que trabaja la gestión de riesgos. En este contexto, las organizaciones están dispuestas a aceptar riesgos en la búsqueda de su misión y visión, vinculada a sus objetivos estratégicos. Se trata del apetito al riesgo.
Las organizaciones están dispuestas a aceptar riesgos en la búsqueda de su misión y visión, vinculada a sus objetivos estratégicos
No obstante, no todas las compañías están dispuestas a asumir el mismo nivel de riesgo para alcanzar sus objetivos. Las empresas pueden gestionar una mayor o menor cantidad de riesgo, según su naturaleza o del contexto en el que se sitúan. De este modo, la tolerancia al riesgo de estas organizaciones varía en función del nivel de riesgo aceptado.
Las organizaciones pueden estar dispuestas a aceptar un nivel de riesgo determinado con sus actuaciones, pero eso no significa que sea el riesgo máximo que puedan soportar. La capacidad de riesgo hace referencia a estos límites de las compañías en la búsqueda de sus objetivos.
La gestión de riesgos es un enfoque fundamental para la medición de la incertidumbre en las empresas. El apetito al riesgo, la tolerancia y los límites son el comienzo de este camino, en el que los objetivos estratégicos de la empresa van a condicionar el primer paso.
Información extraída del webinar impartido por nuestra profesora Isabel Casares.
0 comentarios